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Heroes - David Bowie
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"Debía de haber tres docenas de cuadros y dibujos sólo en el cuarto de estar, y otra docena en el
pasillo: abstracciones luminosas y ondulantes, paisajes, retratos, apuntes a lápiz y plumilla. Ninguno
llevaba firma, pero todos parecían obra de una misma persona, lo que significaba que Frieda debía de ser
la autora. Me detuve frente a un pequeño dibujo que colgaba sobre el mueble del tocadiscos.
No iba a tener tiempo de mirarlo todo, así que decidí concentrarme en aquél y no fijarme en el resto.
Era un niño pequeño visto desde arriba: una criatura de unos dos años, tumbada de espaldas con las
piernas abiertas y los ojos cerrados, evidentemente dormida en su cuna. El papel se había puesto
amarillo y empezaba a desmigajarse un poco por los bordes, y cuando vi lo antiguo que era, tuve la
certidumbre de que el niño del dibujo era Tad, el hijo muerto de Hector y Frieda. Brazos y piernas al
aire, doblados de cualquier manera; torso desnudo; pañal de algodón, fruncido y sujeto con un
imperdible; sugerencia de barrotes en la cuna, justo detrás de la coronilla del niño. Las líneas daban una
impresión de rapidez, de espontaneidad: un remolino de trazos vibrantes, seguros, probablemente
ejecutados en menos de cinco minutos.
Traté de imaginarme la escena, remontarme al momento en que el lápiz se apoyó por primera vez en
el papel. Una madre sentada frente a su hijo, que duerme su siesta de media tarde. Ella lee un libro, pero
cuando alza la vista y lo observa en aquella postura indefensa -cabeza atrás y echada hacia un lado-, saca
un lapicero del bolsillo y empieza a dibujarlo. Como no tiene papel, utiliza la última hoja del libro, que
por casualidad es blanca. Cuando acaba el dibujo, arranca la hoja y la guarda; o la deja en el libro y se
olvida del dibujo. Y si se olvida, pasan años antes de que vuelva a abrir ese libro y descubra el dibujo
perdido. Sólo entonces separa la quebradiza hoja de su encuadernación, la enmarca y la cuelga en la
pared. Era imposible saber cuándo podía haber pasado eso. Cuarenta años atrás, quizá, o el mes pasado,
pero cuando encontró ese dibujo de su hijo, el niño ya estaba muerto; tal vez llevara muerto mucho
tiempo, puede que más años de los que yo llevaba viviendo."

​

(Paul Auster: El libro de las ilusiones)

 

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